Las empresas pueden elegir enfocarse en un nicho de público en particular. El estado, en cambio, debe brindar servicios a todos sus ciudadanos. Cuenta con un público cautivo al que debe atender teniendo presente que no tiene competencia, es decir; su público debe encontrar respuesta en el estado, no puede elegir otra opción.
Las empresas tienen más control sobre su escala. Pueden elegir a qué ritmo crecer y cuál es el tamaño máximo deseado en un momento dado. La escala del estado está dada por su población y su ritmo de crecimiento se encuentra vinculado a factores mucho más complejos que la mera decisión estratégica.
Mientras las empresas pueden planificar su distribución geográfica en función de la relación costo/beneficio y sus nichos de interés; el estado debe brindar servicios en toda la extensión de su territorio de manera equitativa.
La empresa en su búsqueda de clientes busca, en ocaciones, inventar una necesidad despertando una inquietud en su público deseado. El estado, en cambio, debe atender a necesidades pre-existentes y diseñar en función de minimizar necesidades.
Las empresas buscan, fidelizar a sus clientes. Las estrategias que se despliegan en este sentido se definen en términos de la competencia y caen, en ocaciones, en técnicas engañosas y trampas que persiguen la dependencia limitando la libertad de sus clientes para elegir a otra empresa. En el estado, el problema se plantea de manera totalmente distinta. La fidelización buscada se centra en fomentar el uso de servicios digitales en competencia con los mismos servicios brindados de manera menos conveniente por el mismo estado.## Servicios Las empresas suelen especializarse en un rubro en particular mientras que el estado debe brindar servicios muy diversos. En este sentido, el estado debe ser capaz de maximizar el aprovechamiento de lo generalizable y la reutilización para enfocar los esfuerzos en la problemática particular de cada servicio.